jueves, 14 de febrero de 2013

“Me gustaría que me conozcan como un autor de policial”


        Gastón Intelisano es perito del Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires, pero también escritor. Hace años se recibió de Licenciado en Criminalística, mientras tanto, escribió sus primeras novelas, Modus Operandi, que le valió un reconocimiento de la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires  y Epicrisis, de pronta publicación.
            Nos cuenta que primero empezó con la carrera de criminalística, la escritura llegó después. “Desde chico escribía algunas cosas, leía mucho a Stephen King y Patricia Cornwell. Escribí cuentos cortos y alguna novela corta”, rememora. Aunque, como todo chico, quería ser varias cosas de grande (desde astronauta hasta biólogo), pero siempre supo que quería ser científico: “En el colegio había un laboratorio hermoso que me fascinó y de chico me habían regalado un microscopio y ahí supe que quería ser científico. También me gustaba todo lo que tenía que ver con el FBI, al estilo de los Expedientes X, así mezclaba la ciencia con la investigación más policial”.
            Cuenta que tuvo la suerte de tener un tío que supo asesorarlo y encausar un poco esas ganas y ese interés que ya manifestaba de joven y fue quien lo llevó a conocer la policía científica, donde compartió horas de guardia con los forenses y pudo observar algunos relevamientos.
            “Por esos años, los primeros de la carrera, yo leía mucha literatura policial. Llegó el momento en que había leído muchas novelas y que había pasado bastante tiempo acompañando a la policía forense y aprendiendo, no sólo en la facultad sino en la práctica de las guardias. Y esa combinación me dio ganas de escribir, me di cuenta que podía escribir algo en base a todo lo que había visto y aprendido”.
            La primera novela de Intelisano, modus Operandi, combina esos conocimientos y sumerge al lector en escenas del crimen, laboratorios y autopsias, donde las pistas descubiertas por los forenses son el camino a seguir para descubrir asesinatos.  Además, tiene como uno de los escenarios la ciudad de Mar del Plata. Él, hombre acostumbrado y formado en seguir pistas e investigar, se tomó vacaciones para poder recorrer los sitios que pensaba utilizar en el texto: “El Puerto, el cementerio…. varios lugares. Me quise poner en los zapatos de los personajes”, relata.
            “Ahora, que ya me recibí, y ya tengo varios años de experiencia en el trabajo, mientras escribía mi segunda novela, que sale en unos meses, me di cuenta que podía capitalizar todos esos conocimientos que antes no tenía”, afirma.
            Ante la pregunta de si siente su parte de escritor como un hobbie, un pasatiempo, o es tan importante como la carrera que elegió y para la que estudió, dice que “Yo trabajo dos o tres guardias por semana, lo que me da mucho tiempo para dedicarle a la literatura. Inclusive logré forjar cierta disciplina con horarios de escritura, además de tomar esos días en que no trabajaba para recorrer lugares que necesitaba conocer para incluir en algún capítulo”.
            Al principio, Intelisano nombró a dos pesos pesados de la literatura, como Stephen King y Patricia Cornwell, pero nos cuenta que lee de todo: “También me gustan las biografías… de hecho empecé a leer literatura argentina en el último tiempo, a medida que yo mismo me fui moviendo en ese ámbito. Por ejemplo me gustan mucho Claudia Piñeiro y Mercedes Giuffré, dentro del policial argentino. Saliendo de Argentina he leído mucho a Jaime Bayly”.
            En este momento, en la argentina hay muchos y muy buenos autores de policial, al respecto el autor afirma que “Hay dos grandes ramas de policial que son el de estilo Sherlock Holmes… (El detectivesco) y el Negro… yo me identifico más con el detectivesco y acá se escribe más del otro, del negro. Aunque, por ejemplo, ahora tengo (en sus vacaciones en Mar del Plata) para leer Betibú, de Claudia Piñeiro, de la que me hablaron muy bien”.
            Nos cuenta que ha intentado escribir otras cosas por fuera del género policial forense, de hecho empezó a escribir una novela que trata de enredos de parejas. Aun no encontró el común denominador, dice, pero “hay dos parejas heterosexuales, otra de chicos y otra de chicas. Tengo que encontrar el punto en el que se cruzan, pero la idea es explorar a la pareja en los distintos tipos de parejas”. La empezó entre Modus Operandi y Epicrisis (el título de su segunda novela, continuación de la primera, que saldrá en junio), pero “me quedé ahí, con los personajes definidos y todo, pero me acostumbré tanto a la estructura del policial, que me faltaba algo que me fuera guiando y todos me decía ‘Meté un crimen’, pero justamente la escribía porque quería salir de esa estructura”.
             Aunque admite cierta comodidad en esos soportes narrativos que ya son familiares para él, asevera: “Me gustaría que me conozcan como un autor de policial, que siempre me pareció un género vapuleado, como dejado de lado. Y  no creo que haya un género mejor que otro, o más calificado. Me parece que dentro de un policial podés hacer una novela muy profunda, con personajes sólidos. Como pasa con Stephen King, que siempre fue un autor, si se quiere,  despreciado”.

María José Sánchez

lunes, 4 de febrero de 2013

Una misma noche

    Leopoldo Brizuela construye desde las primeras páginas una historia sólida y sin fisuras, donde la voz del protagonista logra generar desde el comienzo un lazo con el lector que a medida que se suceden los capítulos y conocemos más de él y su historia, se va fortaleciendo.
    Ubicada cronológicamente en dos tiempos de la historia Argentina: la última dictadura cívico militar y el presente, Leonardo Bazán, el personaje principal y quien relata los hechos, nos cuenta despacio y con alternancias temporales sus vicisitudes y pareceres, tanto de aquel pasado oscuro, cuando él era apenas un chico de 13 años, como de la actualidad, donde es un escritor cuarentón, un tanto temeroso y aprensivo de su entorno, pero no sabemos si es por su personalidad reservada o por las cosas que le tocaron vivir allá por la década del ’70.
    Viviendo y escribiendo en el primer piso de la casa de su madre, donde se ha mudado para cuidarla en el ocaso de su vida, Bazán escribe una novela. O una declaración, esa que nunca pudo hacer, esa en la que quiere contar lo que vio y escuchó cuando un grupo de tareas irrumpió en su domicilio cuando él aun no era un adolescente.
   Un día de este presente que parece transcurrir sin mayores sobresaltos, entran a la casa de los vecinos, que no son los mismos de 1976. Entran y roban, y parece que la misma policía es partícipe de ese asalto. Es ese hecho el que despierta el recuerdo de aquella otra irrupción, de esa intempestiva visita en la época de la dictadura, que tenía como objetivo ingresar por los fondos de su morada a la casa de sus vecinas del pasado: las Kuperman. Así sabremos de un secuestro, una desaparición, y torturas sufridas por una de sus vecinas, Diana Kuperman.
   A partir de aquí conoceremos las ganas de Leonardo Bazán de contar aquello que recuerda, o que cree recordar de ese día. Sabremos de su miedo, de sus dudas, de la culpa que siente treinta años después, cuando ciertas acciones y políticas del Gobierno Nacional le hacen replantear algunas cosas, cuando parece que el presente trata de desenterrar no sólo los crímenes de los militares, sino también sus propias remembranzas sobre lo ocurrido: sus recuerdos de esa noche del pasado irán cimentando la novela que escribe y que nosotros leemos dentro de la novela de Brizuela. Además, su madre y, sobre todo, lo que hizo y quien era su padre, irán erigiendo sobre esos cimientos el edificio de la memoria.

María José Sánchez

sábado, 2 de febrero de 2013

Los Buscadores de Oro, de Guillermo Orsi



             No siempre la vida da oportunidades de revalorizar lo mucho o poco que se tiene, o tal vez sí las de y sean escasas las personas que saben apreciarlas y utilizarlas. De hecho, si se ha transcurrido la existencia sembrando a conciencia o con indulgencia pequeños y anónimos fracasos, se puede terminar cosechando desilusiones, soledad y posibles penas. Algunos podrán y querrán revertir la situación, dar algún volantazo benefactor que los aleje aunque sea unos metros de ese derrotero de frustraciones y desengaños. La realidad es que a algunos se les presentará la oportunidad de hacer algo significativo, forjar un antes y un después. Eso es lo que le pasa a Archi, el protagonista cincuentón de Buscadores de Oro, novela de Guillermo Orsi.
            Y esas oportunidades que mencionamos son las que, si logramos aprovecharlas, pondrán a prueba nuestras convicciones, si las tenemos, y harán que revaloricemos conceptos como la lealtad, la amistad, y los pongamos en práctica, aunque los engranajes que mueven esos valores rechinen oxidados por la falta de uso. Así le sucede a Archi, este actor municipal casi ignoto que se hace cargo de ir a La Pampa, a un pueblito caído del mapa y la historia a buscar los restos mortales de quien en vida fuera su amigo y a quien al momento de su muerte hacía años que no veía y llevarlos a un cementerio de Buenos Aires, cerca de su anciana madre. Esa travesía se irá complicando, ese pueblo lo recibirá con algo más que con una burocracia anquilosada y despertará en Archi preguntas y dudas que lo irán llevando a cuestionarse los verdaderos motivos de la muerte de su amigo de la infancia.
            Buscadores de Oro no es una simple novela negra, aunque cumple con esos requisitos con holgura, sino que la trama sube un escalón en la complejidad y logra mezclar pinceladas de ciencia ficción que van encajando en el texto policial sin alterar la atención del lector, sino, por el contrario, hundiéndolo cada vez más en la trama.
            Las vicisitudes que Archi enfrenta, las personas que conoce mientras intenta comprender qué fue lo que pasó con su amigo, van demostrándole que aunque más no sea por ese puñado de cosas y personas que todavía valen la pena, aunque sean recuerdos, hay que seguir adelante, y averiguar que se esconde detrás de ese accidente que no fue tal en donde falleció su compinche de antaño, y que pasa en verdad en ese pueblo de hacendados poderosos y políticos sórdidos y corruptos.
            Intrigas, amores, homicidios, traiciones y lealtades viejas y renovadas condimentan la narración liviana y ágil que Orsi logra con toques de humor y algunas disquisiciones filosóficas sobre los tópicos trascendentales de la vida,  que amalgaman este relato de un escritor argentino que merece ser leído.

María José Sánchez

jueves, 29 de noviembre de 2012

“Que de lejos parecen moscas”, de Kike Ferrari


            La vida es un escenario cómodo para el señor Machi, donde nada falta y todo lo bueno abunda. El poder y el dinero son sus entrañables amigos. Hace lo que quiere, con quien quiere, como quiere. Recorre las calles en su negro BM, como un rayo. Pero un día algo cambia, aunque Machi se esfuerza por volver a su realidad de ensueño línea de coca tras línea de coca. Empieza con una estupidez que insulta por su trivialidad: un pinchazo en la ruta. Tener que poner manos a la obra va a traer más consecuencias que arrugar su costoso traje o terminar con suciedad en sus manos. En el baúl de su auto millonario hay más que un auxilio y una llave cruz, allí encontrará un cadáver. Entonces, ahí, empieza otra historia.
            Kike Ferrari, autor de “Que de lejos parecen moscas” nos trae un policial que cumple a la perfección con los mandamientos tradicionales del género, pero que además, es tan negro como el BM del señor Machi. Con un ritmo vertiginoso logrado con toques de exquisitez, nos metemos desde las primeras páginas dentro del mundo del tipo poderoso, el que está acostumbrado a humillar a los demás, a que las personas le pertenezcan tanto como los objetos que posee. Un tipo que se forjó a si mismo, haciendo lo que hiciera falta para acumular poder y dinero, y contactos de peso.
            Mujeres, sexo, drogas y plata, mucha plata. Algún muerto. El policial negro expuesto con todo su frenesí. Y si a eso le sumamos una narración sólida y dinámica, tenemos un gran producto literario. Y Ferrari logra esto, y  nos da el plus de alguien con calle, de alguien que cuenta una historia y no toca de oído, alguien que sabe de qué se trata.
            Durante un puñado de horas, el señor Machi vivirá un calvario, en donde no se privará de aspirar el polvo blanco del olvido y la tranquilidad, ese polvo de calidad, tan caro, que pocos pueden probar. En ese tiempo sabremos de miserias, bajezas, crímenes y cuentas que se cobran y se pagan. El hombre que ve a la gente desde la altura del poder y la soberbia, chiquita, como moscas, ahora atravesará un infierno, del que no será fácil salir, aunque se avance veloz como un rayo.

El Adversario


“Parece que detrás de mí nada hubiese concluido.
Pero estoy otra vez en el lugar donde nací.
El viaje del salmón
En una época dura.”

El salmón, Fabián Casas




            Este libro, que es una recopilación de artículos ya publicados en diversos medios, en su mayoría, y están interpuestos con otros textos nuevos    -que se intercalan dándole el formato seguramente buscado por su autor y que ha logrado sin disimulo-, aborda un abanico de temas que están fina, pero firmemente afianzados entre sí por algunos ejes conceptuales que vale la pena mencionar, no sólo para demostrar la solidez argumentativa del libro, sino para plantear la hipótesis de “El Adversario”, de Dante Augusto Palma.
            El espíritu confrontativo del Kirchnerismo, que siempre redobla la apuesta y va por más, impuesto por el fuerte liderazgo de Néstor Kirchner y su reivindicación de la política por sobre la economía, serán la línea que, según el autor, y sobre todo después del conflicto con las patronales del campo en 2008, que polarizó la opinión de la sociedad, construirán esta idea fuerza de ‘adversario’ político. Esa noción del ‘nosotros’, como construcción no sólo discursiva, sino que tendrá su afirmación en la práctica, va tomando forma.
            Entonces, como afirma Palma, hemos estado y seguimos estando frente a una batalla cultural. Los Derechos Humanos, La ley de Matrimonio Igualitario, inclusive el debate por la no penalización del aborto, también señalan esta lucha, en estos últimos dos casos contra los máximos referentes de la región católica en nuestro país, donde la creencia es utilizada como “colchón ideológico”, como mojón del sentido común y de los supuestos valores universales que deben regir a todas y cada una de las personas. Allí también hay una noción clave, la del ‘otro’, el adversario, visto desde el otro lado.
            Otro eje central, que artículo a artículo irá analizando con solvencia Dante Palma, es el de la Ley de Medios de 2009, donde, luego de perder las elecciones, el gobierno, una vez más, patea el tablero del ‘ABC’ de la política y arremete hacia delante, dando una de las acometidas más significativas y de mayor envergadura desde la asunción de Kirchner en 2003: van contra el poder mediático establecido, demostrando, así, como se construyó y sostuvo ese poder que atraviesa la política y la economía argentina. También en este libro está planteado de manera clara y contundente aquello que ha generado infinitos debates y puede resumirse en la supuesta neutralidad, objetividad e independencia periodística. Aquí se destaca el ‘otro’, un ‘ellos’, que está conformado por la corporaciones, que, también en la época del lock out de las patronales del campo por las retenciones, dejó en evidencia las relaciones íntimas y estrechas de ciertos sectores políticos y económicos con el poder mediático y su infatigable máquina de operar en la sociedad.
            Esta lucha, que colocó al Kirchnerismo como un contrapoder, todavía continúa. De la misma manera que el Kirchnerismo en sí, afirma Palma, aun está en construcción, redefiniéndose, en un permanente devenir. Es por ello que resulta necesario, en esta lógica puesta en práctica primero por Néstor Kirchner y luego por Cristina Fernández, identificar a un ‘otro’, que permita darle unidad al espacio, al sujeto en transformación. Es allí donde el fenómeno de la militancia de los jóvenes, que se produjo en el 2001 y que puede compararse tranquilamente con el surgido en el 2009 con la pluralidad de debates por la Ley de Medios, tiene su reivindicación permanente en el discurso kirchnerista, sobre todo en el de Cristina, que señala y encuadra el futuro en el sentido de la necesidad de esta activa participación.
            Este libro, a su vez, suma a diversos debates y es disparador de muchos otros. Explica como con su escaso 22% de votos, Kirchner hizo lo que nadie esperaba, en un país saqueado y colapsado, donde la política era mala palabra, y la colocó en el centro de la escena, desplazando, así, a la materia económica que ocupa los sueños y despertares de los argentinos desde tiempos inmemoriales. Afianzó una forma de hacer política, la de ir a contramano de lo establecido, de los supuestos. Como el salmón, que nada contra la corriente, para desovar, dejar su simiente, y morir.
            Hay muchos temas más que podríamos seguir señalando y describiendo de todos los que aborda Palma, pero la riqueza del análisis se la vamos a dejar al propio autor de “El Adversario”, que con sus seis capítulos profundiza los tópicos antes mencionados y apenas aquí esbozados y avanza con pluma hábil, con exquisitas referencias filosóficas y literarias, sobre la hipótesis original del libro, de esta construcción de un ‘nosotros’ y de las batallas lidiadas y de las que aun están en el tapete en plena discusión, y de las que están por venir.

Barajas: La vida en avión


Nada te importa en la ciudad
si nadie espera”

Pétalo de sal (Fito Páez)


             Ir del punto A al punto B, puede sonar simple, lineal, pero no es nada de eso, mucho menos si hay que cruzar el Atlántico para lograrlo. Ir desde Ezeiza a Barajas podría reducirse a un viaje con escala en Brasil, pero, en realidad, para Carolina Blanco, son muchos viajes en uno. Para esta joven azafata argentina, luego de poner el primer pie en el remis que la llevará al aeropuerto, comenzará más que otra jornada de trabajo, comenzará un desafío, un cambio de vida, o la posibilidad de perderla.
            Esta novela de Alejandra Zina, escrita con fluidez, entretenida de principio a fin, se divide en capítulos que nos van guiando al pasado, donde aprendemos a conocer a su personaje principal, Carolina. Allí también conocemos a su familia, con una madre hipocondríaca y avasallante, a sus amigas, -incluso a alguien que podríamos llamar su enemiga-, a sus compañeros de trabajo, a su ex marido, a otras parejas que han pasado por su vida dejando una huella, pero siempre se han alejado de su lado, dejándole un vacío que llena con trabajo.
            También aprendemos a conocer sus gustos, necesidades y sueños, como el de ser azafata del actor-piloto John Travolta. Podemos saber todo esto porque el texto es ágil pero sólido y la descripción que hace Zina mediante la narración en primera persona es consistente con ese ritmo. Los demás personajes que vamos conociendo a los largo de este viaje desde Buenos Aires a Madrid, tanto sus compañeros en el avión y demás pasajeros, como aquellos que por medio de sus recuerdos nos llegan desde su pasado, entran y salen de la narración con un timming justo y propicio.
            Zina logra un clima cómodo para el lector, donde el humor juega un papel fundamental, así como los diálogos, que están logrados al punto que no le quitan intensidad a la trama, sino que la acentúan. El nudo del relato llega casi espontáneamente, no hay fisuras en el devenir del texto que plantea los acontecimientos como imágenes que resulta fácil seguir.
            Entonces, estamos sumergidos de buenas a primeras en un vuelo transatlántico que empieza a tener inconvenientes diversos, y a medida que avanza hacia el viejo continente, los problemas se convierten en tragedias potenciales, por qué no desastres. Siempre predispuesta al humor, Alejandra Zina nos transmite que Barajas no es sólo un aeropuerto en la vida de esta mujer, sino que es eso, justamente, un juego de naipes que por necesidad  debe barajarse para poder dar de nuevo. Buscar otros horizontes, aunque parezca que el presente nos retiene en la rutina que agobia y que nosotros sostenemos a diario con nuestras acciones en la comodidad de lo conocido. Siempre hay otro puerto al que llegar, si se quiere. Con una pizca de suerte. 

El efecto elefante, de Marisa Potes


            La historia argentina, los detalles finos de los momentos más prominentes de la lucha por nuestra independencia y el tiempo, son el marco en el que se sostiene esta novela. Lo que ocurre es que, aunque nosotros no lo sepamos, existen errores en la historia, y cada vez que se detecta alguno, uno de los doce agentes que conforman el Cuartel del Tiempo debe viajar a corregirlo, para que la historia pueda seguir siendo tal y cual la conocemos, tal y como la vivimos. Un pequeño detalle alterado, puede desencadenar una trama de anomalías: ganar la batalla de Vilcapugio, por ejemplo.
            Marisa Potes, la autora de esta obra, nos lleva por diversos momentos claves que marcaron a la Argentina y la forjaron como es. En este viaje no estamos solos, contamos con agentes que se teletransportan al momento exacto, para solucionarlo, arriesgándose. Pero empiezan a haber más problemas de lo que podría considerarse normal, y aunque los agentes trabajan a brazo partido, se hace obvio que hay alguien o algo detrás de todas esas anomalías.
            Laura, una de las protagonistas, se meterá de lleno y casi de golpe en esta aventura de arreglar el pasado, por el bien del presente. Marisa Potes crea una novela que combina la fantasía, la ciencia ficción y la historia para lograr un producto que puede ser destinado a los jóvenes, pero también puede ser leído con gusto por adultos.
            Esta novelista y docente de la ciudad de Mar del Plata, que es también autora de novelas infantiles, como Malacara y El Campo Deportivo, entre otras, nos transporta en su texto y a buen ritmo para demostrarnos que delgado es el hilo que une los acontecimientos, y con que facilidad puede romperse.